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¿Por qué soy abogada?

Empecé a ejercer como abogada en 2008, con la intención de especializarme en derecho penal. Y, para ello, no solo estudié y me saqué la licenciatura de derecho, sino también la de criminología.

Me he pateado, desde entonces, juzgados de guardias, comisarías, calabozos, centros penitenciarios. Incluso me ha llegado a escupir en la cara mi propio cliente detenido.

Pero desde 2008 hasta ahora he cambiado mi perspectiva.

Un buen día, en un taller de programación neurolingüística para abogados que impartían en el colegio de la abogacía de mi ciudad, me preguntaron porqué había decidido trabajar como abogada. Y no supe responder. En ese momento, el ser abogada dejó de tener sentido para mí.

Tardé mucho en darme cuenta que decidí mi profesión cuando tenía unos 8 o 9 años. En esa época, un familiar tuvo un problema legal serio. Le afectó en su vida y en su trabajo. ¿Cómo seguir adelante con esto que le tocó vivir? ¿Cómo poder mantener a su familia, a su pareja, a sus hijos?

Fue como una bomba que te explota de repente en tus manos. La persona se queda con esa sensación de no saber ni poder resolver esta situación. De “ya no hay vuelta atrás”. Únicamente toca seguir adelante, pero qué difícil es seguir adelante en estos momentos.

Vi lo difícil que fue esto para este ser querido.

Vi cómo le ayudaron los abogados.

Y yo, que también quería ayudar, decidí que, de mayor, sería abogada.

Ante una situación difícil,
que parece insostenible y que te crea nervios o ansiedad,
he de decirte que hay solución.

Mi visión.

Lo que me mueve ahora es ayudar a las personas que viven este tipo de situaciones, legales, a transitar estos procesos de vida.

Desde mi punto de vista, en lo legal y jurídico, se trata de ser muy práctico, de “ordenar” la situación. ¿Qué ha pasado? ¿Cuál es el conflicto? ¿Cómo se puede resolver? ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué podemos hacer?

¿Qué va a ayudarte a recuperar la estabilidad en tu vida, tu tranquilidad y tu bienestar?

Una de mis especialidades es derecho de extranjería. Seguramente, porque mi padre era extranjero. Él vino a España a estudiar la carrera de medicina. Y cuando acabó, se quedó a trabajar como médico aquí. Y gracias a esta decisión, conoció a mi madre. Y de ese matrimonio, nací yo.

En mi trabajo veo que las personas se mueven de lugar, de país,  en busca de una buena vidaTodos queremos lo mismo, prosperar, que nos vaya bien. Quizás formar una familia, tener amigos, tener un buen trabajo y poder tener un buen impacto en el mundo.

Y a veces, cambiamos de país para llegar a esos sueños que tenemos. Puede ser porque en el país de origen no haya oportunidades. O porque hay una guerra. O porque el cambio climático ha hecho del mismo un lugar casi inhabitable.

Me gusta ayudar a las personas, en sus trámites legales, a conseguir esto, una buena vida.

Porque cuando llegas aquí, lo primero que necesitas para ir hacia una buena vida, es tener un permiso de residencia, que te permita vivir y trabajar aquí.

Otra de mis especialidades es la del derecho de familia. Y también, seguramente, de forma inconsciente, tiene algo que ver mi padre. Él murió cuando era niña, y la familia se tuvo que reestructurar. Porque de repente todo cambió.

Aunque no es lo mismo, la ruptura de pareja es un cambio en la vida de la familia.

Y, en lo legal, básicamente lo que necesita la familia es reorganizarse.

Decidir cómo se va a hacer a partir de ahora. Ya sé que no es tan fácil.

Pero lo que puede ayudar a la familia a reencontrar la estabilidad es tener muy claro esto, cómo lo vais a hacer ahora. Y para eso, tenerlo todo por escrito y homologado judicialmente, aparte de dar seguridad, da tranquilidad.

Y por último, me he especializado en resolución extrajudicial de conflictos. Durante más de una década llevo ejerciendo, asistiendo a mis clientes en procedimientos judiciales y llevando turno de oficio.

Muchas veces, los procedimientos judiciales se eternizan. Es como que las reglas del juego son otras. Y la burocracia no ayuda.

A veces, estando ya en el juzgado, a punto de entrar a juicio, de repente se suspende. Otras veces, las fechas de juicio se señalan para un año vista. Hay veces que los procedimientos están parados sin avanzar, y eso depende de otros; en concreto; de los juzgados. El ritmo es otro. Quizás tú necesitas agilidad, pero los ritmos, en justicia, son otros.

Además, normalmente va a ser un tercero (el juez) quien va a decidir cómo se resuelve el conflicto. A ver, muchas veces, va a ser necesario que esto sea así.

Pero he visto que, hay veces que mis clientes necesitan hacerlo de otra forma, están dispuestos a ello, y es posible.

Otras veces, no es posible. Por ejemplo, en derecho penal.

Para ello, me he formado en Constelaciones Familiares, que precisamente es una herramienta que  indaga en los vínculos y en las maneras que tenemos de relacionarnos.

Este método permite que te puedas mover del lugar en el que estás inicialmente. Que puedas abrirte a ver otras soluciones diferentes de la que tienes en mente. Esto te permite estar abierto a ceder un poco, a tantear estas diferentes soluciones, sólo por probar, como experimento. Y quizás, de ese probar, puedes encontrar tu  solución.

En este caso, esta solución  se puede homologar judicialmente, cuando las dos partes han participado en este proceso. Otras veces, se puede presentar como una propuesta de acuerdo a la otra parte, en caso de que solo haya participado una.

Así, de esta forma te puedo ayudar. Espero que saber esto te permita conocer un poco acerca de mí.